En el renombrado
edificio “Los 3 linces” ha
ocurrido un accidente tan trágico como insólito. Nunca se ha presenciado un acontecimiento
tan absurdo como el que sucedió ayer por la madrugada. Probablemente, este
bochornoso suceso se va a quedar impregnado en la memoria de Uriel González -El protagonista de este
relato –como una garrapata al pelaje de un canino.
El hecho ocurrió
alrededor de las 12: 30a.m de la madrugada, y despertó a todos los residentes
del establecimiento, quienes dormían plácidamente hasta que escucharon el ruidoso
sonido de los mariachis que se encontraban debajo del balcón de Aída Blanco.
Junto a los estruendosos músicos se localizaba Uriel Gonzales –Un hombre
mexicano, de 26 años de edad -, cantando desafinadamente una tonada romántica
dedicada a la dueña del balcón.
Los vecinos se
amontonaban en las ventanas de sus casas para ver a Romeo cantándole a su
Julieta. La señora Murray, que vivía un piso más arriba que la señorita Aída,
comentó que, una vez concurrido los poderosos aullidos que soltaba el muchacho,
él le preguntó esperanzado si quería ser su novia. La damisela en la torre se rehusó
rotundamente a esa petición. El bagre no se rindió hasta que la chica se negó
seriamente a su suplica. Cuando la palabra «No» salió de la boca de su amada, una
lluvia de estrellas fugaces, provenientes del suelo, se elevaron hacia el manto
azul estrellado que yacía sobre sus cabezas.
Uriel aclaró en
el juzgado, esta mañana, que el show de luces estaba programado para cuando
ella aceptara la propuesta, porque él estaba casi seguro de que Aída iba a
decir que sí.
Los fuegos artificiales
salieron disparados hacia el cielo, llenándolo todo con una explosión de miles
de estrellas efímeras. Colores de todo tipo pintaban las alturas. Uriel trató
de detener al dragón escupe-fuego varias veces. En un intento desesperado, el
gran caballero tropezó con uno de los lanzadores; provocando que uno de los
fuegos artificiales se dirigiera hacia el balcón de Aída. Ella esquivó con gran
agilidad el golpe y, aunque salió ilesa, desafortunadamente, la superficie en
la que ella estaba posada, no.
Además de los
vecinos del edificio, se encontraban los que vivían enfrente de Aída. El padre
de una familia de cinco personas fue entrevistado, y nos informó: “Cuando todo
esto sucedió, mi esposa, mis tres hijos, y yo, estábamos observando el
espectáculo divertidos; pero, cuando vi el balcón estallar en miles de
pedacitos, el pánico me invadió y me paralicé por unos segundos; pero luego
volví a la realidad y mandé a mi hijo mayor a llamar a la policía”. Esta
familia no fue la única en el vecindario que contactó a las autoridades.
En este momento,
Aída y Uriel están en juicio, debido a que la chica pidió una orden de
restricción contra su enamorado, además de exigirle que le pague los daños que
había causado. El aún conquistado muchacho, no tendría problema alguno en poner
la plata. Su única condición es que no le arrebaten a su princesa.
Esta foto fue tomada
por un hombre que pasaba por la calle donde ocurrió el echo
¡Muy bien, Lara!
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