domingo, 9 de septiembre de 2018

Cuento policial: Un crimen sin palabras

Era de noche y Eddie estaba volviendo con sus amigos de la secundaria. La había pasado bien en el campamento de Córdoba, pero estaba emocionado por volver a su casa en Bosques, Buenos Aires. Quería contarle a su mamá y a su hermano las cosas que hizo allá, y lo mucho que se divertido.
  Pensó que a su familia le gustaría saber lo bien que la pasó en el campamento. Sobre todo a su madre, quien no tuvo una vida muy agradable. Tal vez la felicidad de su hijo le alegraba el día.
  Melissa, la mamá de los niños, se había casado con el hombre de sus sueños, Eduardo o Eddie, como le decían sus amigos y familiares más cercanos, con quien iba a tener a su primer hijo. Lamentablemente, el día en que su esposa iba a dar a luz tuvo un accidente automovilístico de camino al hospital y falleció, por eso, llamó a su hijo Eddie, en honor a su esposo muerto.
Unos años después, cuando Eddie tenía 8 años, su madre se puso de novia con Frank, un hombre alcohólico y desgraciado que la maltrataba y la violaba, y con quien tuvo otro hijo, Henry, que nació mudo. Al saber la noticia, Frank huyó y nunca se supo nada de él.
Ahora Henry tenía siete años, era incontrolable y desordenado, pero a la vez sus ojos reflejaban inocencia. Se pasaba todo el día corriendo y tirando cosas al suelo y su madre no podía hacer nada al respecto. Por suerte para ella, Eddie siempre la ayudaba a entretenerlo mientras limpiaba. Pero las semanas en las que él no estuvo, Melissa dejaba al niño con la vecina Rosa.
 El micro escolar se detuvo frente a su casa. Había autos de policía por todos lados y las sirenas de las ambulancias retumbaban por todo el lugar, su madre estaba sollozando en el hombro del investigador Louis, el mejor de todo el pueblo. Eddie se bajó corriendo para ir a consolar a su madre. Luego le habló al investigador:
El investigador continuó hablando, pero los oídos de Eddie se habían negado a seguir escuchando. Él solo miraba a un punto en específico mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas hasta que llegaban a su mentón, y de ahí se dirigen al suelo, y unas que otras, a su remera.
Por la tarde, el detective Louis y un par de policías estuvieron en el bosque viendo qué tipos de golpes eran los que tenía Henry. Al parecer alguien lo había golpeado extremadamente fuerte con alguna rama o un palo de madera. El detective Louis se fue a su oficina con una sensación de tristeza por aquel chico.
Al día siguiente, Melissa fue a la oficina del detective. Al entrar, la madre de la víctima se sentó sobre la silla y le dijo al investigador:

 - Investigue en la casa de la vecina, Rosa, porque cuando Eddie estaba en el campamento y yo no podía cuidarlo, dejaba a Henry con ella.
 - Entonces iré, igual quédese tranquila, haré justicia por su hijo- dijo el detective tratando de aliviar la angustia de la madre.
A las dos de la tarde, Louis fue a la casa de la señora Rosa, a ver si al menos allí podría encontrar alguna pista. Al llegar al barrio, bajó del auto, cami hacia la casa grande y antigua , subió el mini escalón, y tocó el timbre. La propietaria de la casa le abrió la puerta, se saludaron con un apretón de manos. La cara de la anciana mujer reflejaba dolor. Louis revisó todas las habitaciones pero no encontró nada sospechoso. Luego Rosa le sirvió un café y charlaron sobre las virtudes que tenía Henry:

         -Henry para mí era muy importante, él era mudo pero no me sentía sola cuando estaba vivo. Ahora que está muerto, su ausencia se siente en toda la casa- dijo Rosa.
         -Ya veo- dijo Louis- Y, cuénteme, ¿qué hacía para entretenerlo? Su madre me comentó que era muy revoltoso.
        -Qué raro, conmigo era un angelito.
En su voz se notaba la confusión, pero después le restó importancia.

-Generalmente vemos películas o leemos libros, pero lo que más le gusta es dibujar, se pasa casi todo el día haciéndolo.
          A las ocho de la noche, luego de aquella charla, se fue a su oficina. Louis había descartado un sospechoso.
          Al otro día, en casa de Melissa, Eddie estaba en la habitación de Henry revisando sus juguetes, nada más por recordar cuando jugaba con él, entre todos esos recuerdos encontró un pedazo de papel doblado.Era un dibujo. En él aparecía una mujer pegándole a un niño, que probablemente era Henry. Le comenzaron a venir recuerdos de cuando Rosa lo cuidaba a él en un pasado, sobre lo amenazante que era esa mujer y a veces llena de rencor y de odio. Entonces agarró su celular y llamó a Louis:

-Señor encontré algo muy importante, es un dibujo de mi hermano, venga ahora mismo.
-Tranquilo, llego en quince minutos- respondió Louis.
-Ok, lo espero aquí.

El misterio estaba por resolverse y Louis lo sabía. Al llegar a destino Eddie le abrió la puerta, se sentía como un verdadero detective.

         -¿Qué era lo que me querías mostrar Eddie?- dijo Louis
         -Mire lo que he encontrado…-dijo extendiendo el dibujo - Es la señora Rosa!, la vecina, la que cuidaba a mi hermano. Es la misma que en el dibujo y estoy seguro de que fue ella…- dijo desesperadamente.
         -Si, Eddie, usted puede sospechar de alguien, pero sin pruebas no vamos a lograr nada- dijo lastimosamente el detective saliendo por la puerta -Además, ya la interrogué y no tiene nada que ver al caso- le explicó al muchacho.

Ya se le había puesto la cabeza en blanco a Eddie, no tenía nada para investigar, ni lugar a donde ir, ni de quién sospechar. Era todo un misterio aquel asesinato…
Desesperado y angustiado sobre aquella muerte, y sobre quién sería esa maldita persona tan capaz de asesinar a un niño como Henry, lloraba y lloraba… Se le ocurrió arreglar una cita con el detective Louis para ver qué más podría sacar del caso.
   
        Era un nuevo día, y Eddie y Louis estaban tomando un café en la repostería de la abuela. La charla pareciera ser infinita, tantos puntos inconcretos por llegar.
       - Eddie, ¿no hay otra mujer en la vida de Henry que quisiera deshacerse de él?- preguntó Louis.
      - Emmm, no lo creo, Henry pudo ser problemático y medio raro, pero… ¿para matarlo? Ni que le fuese a arruinar la vida a alguien.-
     - Y... ¿Nunca sospechaste de tu madre?- dijo el detective.
    
    En ese momento el rostro de Eddie se puso pálido. Su cabeza giraba y giraba, le venían recuerdos sobre su mamá, y recordó que Henry no era su hijo favorito. Le costó mucho imaginar que su madre pudo haber matado a su propio hijo…
   
    - ¡No lo creo, no no, no puede ser, ella no es asesina! - Eddie estaba totalmente negado pero al mismo tiempo, en el fondo, sabía que era una posibilidad.
    - Eddie, necesito que colabores y me digas quées lo que estás pensando porque si no, no voy a poder resolver el caso- dijo Louis, tratando de tranquilizarlo.
    -Bueno, para serte sincero, Henry nunca fue su hijo más querido, no tengo ni la menor idea, ni nunca me lo pregunté, pero ahora que lo veo, todo se aclara.
   
    Después de eso, Louis fue de inmediato a interrogar a la madre. Arregló una cita con ella y fue al interrogatorio.
   
    -Buenas tardes, Melissa, me gustaría hablar con ustedes acerca de Henry- dijo Louis desde afuera del interrogatorio.
    - Hola, detective Louis. ¿A qué se debe esta charla?-respondió Melissa un poco presionada por dentro.
    -¿Cómo era su relación con Henry?-preguntó Louis.
    -Emmm, la verdad es que era un hijo muy querido y amado, se lo extraña

Su tono se agudizó al mencionar la palabra ¨querido¨.

    - Sí, no sé quién se atrevería a matarlo de aquella forma…- sollozó Melissa
    - Bueno, no quisiera que se sienta presionada ni nada por el estilo, pero hago esto con todos mis clientes. ¿Me permite?-le preguntó Louis mostrándole un aparato.
    - Disculpe la pregunta, pero… ¿Qué es ese aparato?- dijo Melissa mediá temerosa.
    - No tiene qué temer señora, es un detector de mentiras, si usted dice la verdad no habrá problemas. No tiene de qué preocuparse- respondió astutamente el detective.
    - Pero, ¿usted no me cree?- dijo Melissa, sudando.
    - No, no es que no le crea, es para asegurarse hasta en lo más mínimo que dice la verdad…
    - Bueno, adelante- dijo totalmente asustada, intentando parecer tranquila.
    
   Le colocó el aparato sobre sus manos sudadas y la interrogó…
  
   - Ahora sí, ¿Cómo era su relación con Henry?
   - Henry es un hijo medio peculiar, es el hijo de un hombre que me trataba de mala manera, un animal bruto… No es el hijo que todo el mundo desearía tener…- dijo Melissa. El aparato indicaba que decía la verdad.
   - Bien, vamos bien... - dijo Louis esperando obtener más datos.
   -Pero, yo nunca me atrevería a matarlo, lo quería, por más de que se pareciera mucho al padre.
   - ¡Mentira!, todos sabemos que no lo querías, se muestra en tus ojos, además de en el aparato…
   - Disculpe, pero quisiera retirarme- dijo temblando Melissa- me insulta al decirme asesina.
   - ¡No, no se vaya!, no termine aún…- dijo enfadado Louis.

    En ese mismo momento Melissa se fue, de la desesperación corrió como nunca lo hizo… El detective Louis ya sospechaba por completo de ella y era su blanco.
Al llegar a su casa archivó toda la conversación y pensó en buscar pruebas en la casa de aquella mujer.
   
   Un día en el que Melissa se fue de compras, con el permiso de Eddie, el detective Louis revisó de arriba a abajo el lugar. Cuando, de repente, encontró una caja guardada en el placar con llave. Después de eso, tomó un martillo de una caja de herramientas y rompió el candado. Al abrirla se encontró con un collar en el que había una foto de un hombre, entonces llamó a Eddie:
     - Eddie, ¿conoces a esta persona?- preguntó Louis.
     - Si, ese es el padre de Henry- respondió el muchacho.
     - Con razón, se parece mucho a el niño- dijo curiosamente el detective.

     Luego de la conversación Louis mandó a investigar las huellas de aquel objeto… Al fin y al cabo se descubrió que el collar tenía gotas de sangre en la cadena que pertenecían a Henry y que la madre había sido la asesina. Después del descubrimiento, Melissa cayó presa y quedó trastornada en un psiquiátrico…