martes, 14 de mayo de 2019

Almas mellizas


         La primera luz de la semana alumbra las calles y las tiñe de naranja y amarillo. Voy de camino a la escuela. Cunado doblo la esquina, un hombre alto y exageradamente delgado me detiene:

        -Hola, niño -Algo en el me parecía familiar -Estoy vendiendo unos pines por cinco pesos. Ese dinero ira a un comedor publico. ¿Te interesaría apoyar a la causa?
         Esbozó una sonrisa casi macabra,lo que provocó que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo.

        Me considero a mi miso una persona bastante solidaria. Me gusta ayudar a las persona, y cunado tengo esa chance la aprovecho. Esta no fue la excepción.
   El hombre me agradeció con un movimiento de cabeza y luego me dio el pin, el cual me coloque en mi buzo. 
      Ya quedaban unas pocas cuadras para llegar al colegio. Estaba por cruzar la calle cuando veo que el semáforo cambia abruptamente a verde. Una chica que estaba usando el celular no noto esta señal de transito  y cruzó. Traté de advertirle  , pero para cuando lo hice, un auto a toda velocidad ya se había echo cargo de ella. Mientras una señora a mi lado llama a la ambulancia y o me dedico a observar el cadáver que yacía debajo de una ruedo. Esa imagen me provoca una sensación nauseabunda.
        Las horas de clase transcurrieron normalmente. Llegué a casa exhausto, por lo que decido evitar la cena. Mi madre seguía en el trabajo. Me fui directamente a mi habitación. Apenas mi cabeza toco la almohada mis ojos comenzaron a pesar, y en pocos minutos, todo se volvió negro.
        Mis pies están sobre arena. Voy levantando mi cabeza lentamente con cierta confusión. No sé dónde estoy, y mucho menos cómo llegué aquí. Lo único que puedo distinguir es la arena blanquecina rodeándome, extendiéndose hasta ser comida por un horizonte infinito.
Al volver mi vista al frente me doy cuenta que no estoy solo. La silueta de una chica se hace notar a contraluz en el atardecer.
La muchacha comienza a caminar en mi dirección, al igual que yo a la de ella. Cada vez nos vamos acercando un poco mas a cada uno, hasta quedar cara a cara.
Tiene una notable belleza. Sus ojos celestes son semejantes a los míos, y su pelo negro lizo me hacia acordar al de mi madre. Puedo notar como el medio se apodera de su mirada.
Nos quedamos unos minutos viendo nos en silencio. No entiendo que es lo que esta pasando, y puedo deducir por su expresión que ella tampoco. La chica levanta una mano, y yo imito su gesto. Poco a poco las vamos acercando. Cunado finalmente se tocan, de ellas se desprende una luz radiante que se hace cada vez mas grande, hasta comerse todo el paisaje.
Me desperté de un salto. Mi pulso estaba acelerado y mi respiración entrecortada. Mire a mi alrededor. Prendí la luz de la habitación y me di cuenta de que estaba en un cuarto totalmente desconocido para mi.
En unas de las esquinas de la habitación había un espejo alargado. Me dirigí hacia él, y cuando llegué, miré mi reflejo una y otra vez, sin poder creer lo que veían mis ojos. ¡Estaba en el cuerpo de un chico!. Probablemente sigo en el sueño. No hay otra razón lógica que pueda explicar esta situación.
Me fui al baño. Cuando lo encontré, me moje la cara, tal vez así podría despertar, pero no pasó nada.
Regresé a mi supuesto cuarto y me senté en el pie de la cama. Con las manos en la cabeza me puse a pensar qué podría estar sucediendo. Tal vez no era un sueño, sino algo que pronto descubriría.
Revise el piso superior de la casa en busca de la cocina, sin éxito. Luego, me dirigí a la planta de abajo para hallar la susodicha. Al encontrarla, una mujer estaba preparando el desayuno. Supuse que era la madre del joven dueño del cuerpo.
-Buen día -dijo la señora mientras colocaba la caja de cereal sobre la mesa -El uniforme esta sobre el sillon.
Entonces, me di cuenta que debía ir a la escuela.
-¿Te sucede algo, cariño? Estas muy callado
Me limité a sonreír.     
 Luego de comer agarré la ropa y subí a mi cuarto, me tenía que cambiar. No me gustaba la idea de hacerlo, pero no tenía otra opción.
 Mientras preparaba la mochila, una bosnia interrumpe mi acción.
Micro! - gritan desde abajo. El bus para ir a la escuela había llegado.
 Soy muy buena estudiante, pero, por como me miran mis compañeros cuando doy una respuesta acertada, el chico del sueño no lo es.
 Al llegar a casa dejé mis cosas sobre la mesa y me dirigí hacia la habitación. Era tal el cansancio que tenía que ni siquiera me sequé el uniforme. Simplemente me acosté y dormí.
 Me levanté antes de que sonara la alarma. Sentía que había dormido todo un día. Al dirigirme hacia el espejo, pude notar que me había quedado dormido con el uniforme del colegio. Era raro, porque recuerdo habérmelo sacado anoche . Agarré mi celular para ver la hora y ¡me encontré con era miércoles! No lo podía creer. ¿De verdad había dormido todo un día? No lo creo, de lo contrario mi madre me hubiera despertado.
 Bajé a desayunar y mi mamá ya estaba allí. A su lado se encontraba un segundo plato, el cual supuse que era para mí.  
-Ayer no pude preguntarte porque te fuiste a dormir temprano ¿Cómo te fue en el colegio?
-¿En el colegio? No lo sé. No recuerdo nada de lo que pasó ayer -eso ultimo lo había dicho para mí, pero ella me escucho.
-Te prepare el desayuno, te lo comiste y fuiste a la escuela. Estabas muy callado. En todo el día no me dirigiste ni una sola palabra. Te noté algo raro.
Pero eso es imposible. No lo entiendo.
Decidí no contárselo, no quería preocuparla.
-Ya recuerdo -dije con una falsa sonrisa -Ahora me voy a la escuela, estoy llegando tarde.
 Hoy estuve medio distraído en las clases pensando en lo que había ocurrido ayer. Pero tuve una idea: Dejar una cámara en mi habitación, grabando toda la noche para ver que era lo que estaba sucediendo.
Después de cenar, busqué una grabadora, la coloqué en una estante en frente de mi cama y me fui a dormir.
Apenas me desperté mire hacia mi costado, encontrándome con un reloj que mostraba las 3 a.m. Una vez que mis ojos se acostumbraron a la oscuridad visualice el mismo cuarto en el que me había despertado la ultima vez. No entendía el porqué de estos sucesos extraños por mí misma, por lo que le pedí ayuda al Internet
 - “¿Es posible despertarse en el cuerpo de otra persona?” - busqué.
 “Según algunas creencias, es posible que un alma despierte en el cuerpo de una persona, siempre y cuando compartan linea directa de sangre, y que el cuerpo del subconsciente ya haya muerto. El hecho por el que el espíritu entra en otro organismo es porque tienen una conexión a través de un objeto sobrenatural"
Nada de ello me sonaba creíble, así que decidí ignorar todo e irme devuelta a dormir.
-Hijo, hijo – me despertó mamá.
-¿Q..Q pasa? ¿Qué hora es?
-Cariño, son las 6 am. Estabas gritando, como si tuvieras una pesadilla. Cuando entré a tu cuarto, vi tu computadora prendida. ¿Me podés decir qué significa esto que buscaste?
-¿Qué? Yo no busqué eso.
-Solo estamos vos y yo en esta casa, y yo no fui.
 Me levanté de la cama de un salto y me dirigí hacia el estante en donde se encontraba la cámara. Cuando vi el video, claramente era yo.
-Aquí, en la página web, dice que un espíritu no puede entrar en tu cuerpo si no es un pariente tuyo.
Nos quedamos en silencio por unos segundos
Vos tenías una hermana melliza, que fueron separados al nacer porque yo no podía mantener a dos hijos a la vez. Tu padre se quedó con tu hermana y yo contigo. Él nunca estuvo de acuerdo con esto, pero no teníamos otra alternativa.
Le pedí a mi mamá que me diera una descripción de mi padre. ¡Era el hombre que aquel día me había dado un pin!
-Mamá, tengo miedo. No entiendo cómo puede pasar esto.
-Vamos al médico para que vea si lo podemos arreglar.
-De acuerdo.
 Al subirnos al auto, me dormí de inmediato.
 Me desperté en una habitación que no reconocía. Era toda blanca, y lo único que había en ella era una camilla en la que yo me encontraba recostada en este momento. Me levante para abrir la puerta y salir de allí. Estaba cerrada.
Un hombre apareció de la nada, haciendo que me sobresaltara. Era el señor que me había vendido el pin. Mi padre.
-Ahora podrán estar juntos por siempre y para siempre
Luego de esas palabras se va.
Empece a gritar desesperadamente. Rogué a las enfermeras que lo atrapasen, pero ellas solo me ignoraban.
 Una de ellas, ya exhausta de escuchar todo el griterío, me informo que el medicamento que me habían dado podía provocar alucinaciones.
-¡Es real! ¡Atrápenlo! –grité fuerte.

 Era real. Yo lo sabía.
Era real.
Real.